“Aprende que soy tuyo hasta que tú quieras que yo sea tuyo; estoy así en tus manos, desde siempre.”
— Jaime Sabines
No sabia que la piel podría abrirse así
palpitar de tantas maneras y aun así sentirse morir en cada latido.
Temblar trémulamente como las ramitas de los arboles con la brisa del verano.
Poseíamos la inocencia de los inmortales
creyéndonos todo y a la vez una nada absoluta.
Alfa y Omega
en una danza nocturna al mismo universo.
Y otras
un puñado de estrellas cerca del cielo,
con un ancho mar de testigo.
A veces confundíamos a los gorriones gorgoreando
con nuestros propios suspiros que entre los labios
caían en manantiales por los poros.
Bañándonos.
Mojándonos.
La humedad del cuerpo con el roció de la mañana o los charcos donde los sapos cantan al sol alegremente.
Sobre tu cuerpo aprendí de la plenitud.
Esa poderosa conjunción atómica del alma y el cuerpo.
Esa copula perfecta
que se da tan pocas veces y la hace tan mágica.
Tan perfecta.
Sobre tu cuerpo...
Se derretían todos los hielos del hemisferio.
Éramos como cuando se frotan las piedras y se produce la chispa.
Esa misma chispa que hace incendios.
Que descubrieron los cavernícolas.
Éramos ese fueguito que calienta.
Peligrosos.
inflamables.
Hoy aquí miro esta cascara del cielo y te pienso.
te pienso ahí.
o aquí donde estoy.
Porque en realidad estas siempre...
Porque hiciste nido en mi alma.
porque el amor es así...
Tan simple y tan profundo.
Como el batir de las alas
de un Ángel, de madrugada
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Que el amor, la felicidad y la paz inunden sus vidas.
Gracias por acompañar mis letras .
Nos veremos en cualquier momento.
Demian